Empujada por mi curiosidad y, tengo que confesarlo, mi mucho de marujona, me acerqué el pasado sábado por el Nuevo Teatro I.L. a contemplar los fastos de su inauguración una vez concluidas las recepciones principescas pasadas por agua.
Más vatios y decibelios. Fuegos, artificio, multimedia, DJs, realidades virtuales, ....
Una, que sigue pensando que lo pequeño es bello, trata de huir de lo grandioso, de la alharaca, los aspavientos y las exageraciones pero me pudo mi lado cotilla y allí fui a ver a Carmen Linares cantando sobre una terraza cuan U2 en Nueva York y a un actor con levita levitando mientras recitaba a Gabriel Celaya.
¿Seguirá la poesía siendo un arma cargada de futuro?
Jugando con los demonios
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En ocasiones me gusta incordiar a los demonios que llevo dentro. Es en el
instante en el que la vigilia conduce al sueño cuando los saco de su
letargo. S...
Hace 3 días
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