martes, 29 de enero de 2008

Otro viaje a Jaén en el XIX

En el número 279 de la revista Madrid Cómico de 23 de junio de 1888 su director, Sinesio Delgado, escribe el siguiente poema:

(Apuntes de viaje)

JAÉN
-¿Conque vasté a la tierra del ronquío?
(me ha dicho un andaluz muy jaque
que en el camino de Granada tuve
la dicha de encontrarme).
-Sí, señor, á Jaén; ¿quiere usted algo?
-Pues oigasté, compare;
en Jaén hay que ver, ni más ni menos
que tres cosas notables:
la catedral, la cara é Jesucristo...
-¿Y qué más?
-Y el camino par marcharse.
De modo que era horrible
la impresión que tenía al apearme,
y sólo por quitármela de encima
cuando me ví en Jaén, me eché á la calle.
Será porque yo tengo
propensión muy marcada á equivocarme
ó porque llevo siempre la contraria
ó aprecio de otro modo los detalles,
el caso es que ¡lo juro
por la Virgen del Carmen!
me ha gustado Jaén, y no comprendo
que se vaya contento el que se marche.
La poblacion no es cosa
del otro jueves ni del otro martes;
pero hay muchas peores
que no le ocurre despreciar á nadie.
¡Y es tan alegre aquello!
hacia Mengíbar, el extenso valle
que ha transformado el río
en fuente de riqueza incalculable,
y hacia Granada (¡la gentil Granada!)
sirviendo á la ciudad como baluarte
las montañas plomizas
que dora el sol al declinar la tarde,
¡el sol de Andalucía,
que es un sol con corona de brillantes!
Además, engtre aquellos
viñedos y olivares
se conserva el genuino, el legendario,
el pintoresco traje
de la tierra andaluza, que ha servido
para prestar á la nación carácter.
Los anchos pantalones de campana
que al llegar á la bota se entreabren,
el sombrero redondo
y la manta ceñida con donaire.
La hermosa catedral, la más moderna
de nuestras catedrales,
obra de fines del pasado siglo
merece visitarse.
El celebre lagarto, que conservan,
y que es un cocodrilo respetable,
según la tradición, era un demonio
que salió, no se sabe
de dónde ni por qué, tras una santa
y se dió á acometerla con coraje.
Buscó la perseguida
su amparo en una cruz para salvarse,
y ante el lábaro santo
reventó el animal en un instante.
Así me ha referido la leyenda
un andaluz que dice que la sabe
y así la apunto bajo su palabra
sin meterme en dibujos ni detalles.
Junto á la catedral, á pocos pasos,
ocupando un perémetro muy grande
he visto los cimientos de un palacio
que honrará la ciudad cuando se acabe.
Edificio soberbio, por las trazas,
que la Diputación va á regalarse,
aunque según me han dicho, no está ahora
el país para bromas de esa clase;
pero no es de extrañar, porque lo mismo
sucede en todas partes.
También ¡es claro! visité el Casino,
que es bueno y elegante
y que demuestra que en Jaén la vida
no es tan pesada como dijo el jaque.
(.....)

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